La primera enrtrevista que les mostramos es de Nuestro Padre Prior:
¿Quién es Fr. José María?
Es ante todo una persona y un cristiano, que
intenta ser fiel al Señor, serle fiel en la fe, la que un día recibí en el
bautismo, que se me ha otorgado como don a lo largo de la vida, pero Fray José
María es esa persona y ese cristiano que cada vez intenta responder a la
llamada particular de la vida monástica, una vida ubicada en este monasterio de
la Santísima Trinidad, fundado por nuestro querido y recordado padre Santiago,
un intento de vivir una vida monástica en su espíritu, como dice san Benito con
lo nuevo y con lo viejo, con la tradición de los padres y a la vez con la
novedad de la Iglesia del vaticano II; yo resumiría que es un intento de ser monje,
que algunas veces por pura gracia se puede conseguir y otras veces se vive
desde la humildad y la sencillez.
¿Cómo una persona puede saber que está llamada por Dios?, ¿cómo
sabe usted que está llamado a la vida monástica?
El misterio de la vocación nunca se desvelará
del todo. En lo personal yo acepto la llamada como un misterio de relación, un
misterio de sentido, es decir, es una inclinación de todo mi ser a estar con el
Señor, relacionarme con él desde la fe ciertamente, desde la entrega y desde el
amor, y también una inclinación a encontrar en Él y también en este estilo de
vida, una experiencia profunda de
sentido casi existencial, casi existencial (repite). Después de un recorrido ya
un poquito largo en el tiempo, me atrevería a decir que hoy por hoy, siento y
digo que nací para ser monje y que quiero vivir para serlo.
¿Por qué monje?
En una ocasión en una conversación parecida le
dije a un novicio que fuera a un estanque (ubicado en el jardín del monasterio)
y pregúntale a los peces ¿Por qué son peces?, él, obediente fue y le preguntó a
los peces, y regresó todo desconcertado porque los peces no le habían
contestado. Cuando uno vive la vocación en clave de relación y en clave de
servir, en ese sentido se entiende que es así, pues porque Dios lo ha querido,
es como preguntarle a las estrellas por que brillan, o a una bonita flor porque
se abre o una gota de agua porque es gota y se deshiela… uno es llamado a la
vida monástica porque Dios así lo ha pensado, lo ha querido y es así.
¿Por qué monje benedictino?
Ciertamente en mi recorrido vocacional he de
reconocer que el Señor me bendijo conociendo distintos carismas, de hecho muy
jovencito quise ser dominico. Me cuestioné algunas otras congregaciones, y es
verdad que nunca me llamó la atención el clero secular, si en algún momento de
niño dije “quiero ser cura” era porque era la única alternativa que conocía. En
la medida que fui conociendo la vida religiosa, me fui enamorando mas y mas de
ella, me atraía mucho el vivir en comunidad y el sentir que podía contar con
los hermanos y tener una causa en común, así conocí distintos carismas. No me
fue fácil elegir entre la vida contemplativa y la llamada vida activa, porque
de alguna manera, la vida monástica no es muy conocida… al principio me atraía
porque era una de las órdenes mas antiguas, pero a medida que fui conociendo
esta comunidad, la realidad de este monasterio, la formación y la propia vida
monástica, descubro que es una vida eclesial, cristológica y es justo las notas
que marcan mi espiritualidad. En la vida benedictina me siento como pez en el
agua y en la vida no he tenido que forzar, sino esforzarme y sigo esforzándome
en convertir y dejar parte del hombre viejo, pero es una forma de entender la
fe, de entender la vida con la que me identifico plenamente, e incluso cuando
algo no me cuadra, he de reconocer la tradición benedictino, sino es quizá mi
propia respuesta que no termina de ser tomada a lo que la regla y la tradición
pide.
¿Que es lo que mas le agrada y le desagrada de la vida
cenobítica?
Lo que mas me agrada visto desde la clave de
san Benito es que te va llevando a lo esencial. A medida que va pasando el
tiempo vas participando en esta escuela del servicio divino te vas quedando con
lo que realmente cuenta del Señor, de la iglesia y de los demás, esa
experiencia de ir dejando lo secundario aparte, de irte quedando con lo que
realmente importa; que en definitiva es como dice el evangelio la parte mejor y
el ciento por uno.
Me desagrada el hecho de que una comunidad no
es nunca un ente acabado, es como un árbol al que constantemente le están
saliendo ramas nuevas, por lo tanto, si bien es verdad, que a medida que pasa
el tiempo unos hermanos alcanzamos madurez y nos vamos de alguna forma haciendo
los unos a los otros, también es cierto que el hecho de la incorporación
constante de nuevos miembros hace que a veces la vida en lo esencial pueda
quedar desdibujada por cuestiones que a los mejor uno en lo personal ha dejado
atrás, pero que tiene que estar volviendo constantemente a ella, porque
hermanos que empiezan y necesitan volver sobre esos temas, temas de madurez,
organización, observancia. Los hermanos en una comunidad monástica no son
proyectos terminados sino que se van haciendo, eso hace que actitudes que uno a
dejado atrás vuelvan a surgir y puedan de alguna forma desagradaR. También es
verdad que no hemos tenido un ambiente absolutamente perfecto, ni absolutamente
perfecto sino que hay que buscar a Dios
buscando ese ambiente propicio.
¿Cómo ha sido su proceso, sus etapas en el monasterio, desde
su ingreso a su priorato de hoy?
De alguna forma hasta el momento de mi entrada
mi proceso espiritual y vocacional fue común, estamos hablando de vida
cristiana comprometida, con un acompañamiento espiritual muy fuerte, muy recio,
muy auténtico y a la vez muy bien llevado. Dios puso en mi camino un gran
sacerdote, y luego otro sacerdote no del mismo nivel pero que de alguna manera
o de otra, también complementaba, me ayudó enormemente en mi
discernimiento. Hubo una etapa de descubrir
al Señor, etapa de la niñez, de la juventud, después descubrí al Señor en la
vida monástica y esperé el año reglamentario, donde como no podía venir al
monasterio, yo solo vine en dos ocasiones antes de entrar en el monasterio, la
comunicación entre islas era mas difícil que ahora. Después de ese año ingresé
y viví mi postulantado, mi noviciado conforme la comunidad de entonces lo tenía
estructurado, y a partir de ahí las etapas las he vivido no solo en lo personal
sino al ritmo de las etapas de la comunidad. Después aparte de la formación
inicial aquí, hice tres años largos en la abadía de Silos, en una especie de
noviciado y juniorado, en la práctica, y a la vuelta empezamos con una nueva
etapa, era como estar ya un tanto solos, quizá con una sensación de desamparo,
después de haber estado en una comunidad tan madura, tan hecha y tan
organizada, vernos otra vez en nuestra realidad, con cinco que entonces
estábamos, de los cuales al final solo perseveramos tres, el padre Santiago que
está con el Señor, Fr. Juan y un servidor. Una etapa bonita en cierta medida
pero muy dura, después una etapa de estabilidad tras la teología y la
ordenación, como presbítero, estabilidad comunitaria, porque de alguna manera
nos encausábamos de mano del Señor hacia un futuro, que ahora ya es realidad.
¿Cuál ha sido su mejor experiencia en este monasterio?
Serían varias. Así de pronto viene a mi mente,
mis hermanos, la última vigilia pascual, el brillo de los rostros de mis
hermanos en la Pascua, ha sido una de las más bonitas en los últimos tiempos.
También el haber atendido al P. Santiago los
últimos años, y vivir de una manera muy muy cercana su muerte, su partida hacia
el Señor.
De la misma manera el ambiente comunitario el
día de mi ordenación, lo recuerdo con mucho gozo, pues de alguna manera no se
ungían mis manos sino que el Señor ungía
esta comunidad, y el futuro. Así podría nombrar mil y un pequeños detalles que
tiene el día a día. Que se eleva este espíritu dando gracias a Dios por que Él
está ahí todavía.
¿Cuál fue su impresión cuando le nombran prior del
monasterio?
El Señor sabe que hay cosas que uno no quiere
hacer, por eso te las va como anunciando poco a poco. Cambiando lo que haya que
cambiar y con perdón por la comparación, me viene a la mente la pascua de
nuestro Señor, cuando Él no la quiere asumir y sabe que tiene que hacerlo y que
sea realmente vivir esta experiencia, pues mi servicio a la comunidad como
prior era como la coronita de una mención ya anunciada. No fue una sorpresa,
pues en la comunidad yo les servía como sub-prior hacía ya como cinco o seis
años , yo de alguna manera estaba ya sirviendo desde distintos aspectos desde
hacía ya casi cinco años, casi fue que asumir eL papel, porque el P. Santiago
ya no podía, era algo que tenía que asumir y que siempre lo viví con paz, y en
la comunidad no tomó el tono de sorpresa, ya se esperaba venir.
¿En esta situación de priorato, cuál sería la diferencia a
una abadía entre un Abad y un prior?
Un Abad a los ojos de la Iglesia tiene un peso
jurídico muy importante, es un superior mayor, eso no lo tiene un prior. La
diferencia sería que un Abad es vitalicio y la Iglesia le reconoce su
autoridad, pero en el caso de un prior se entiende que tiene autoridad moral,
pero también hay una dependencia más concreta, de la abadía o del abad del
monasterio, y tiene una autoridad mas bien moral y espiritual, no tanto
jurídica.
¿Cuándo descubre Fr. José María el monje, que puede ser
también sacerdote? O si ya lo sabía
Eso nunca se sabe, en mi caso fue más que un
descubrimiento personal, un descubrimiento comunitario, en mi discernimiento en
más de una ocasión llegué a poner delante del Señor la posibilidad de alcanzar
el sacerdocio y a la vez el Señor ponía delante de mí la posibilidad de serlo,
por medio de la proposición de los hermanos.
¿Cómo lo descubrí? Pues junto con esta
experiencia de la vida monástica donde entiendes que el presbiterado es un
complemento, una ocasión más para vivir mejor la vocación monástica, lo
descubrí en la voz, en el querer y el parecer y el deseo de la comunidad.
¿Cómo se sintió después de la profesión monástica?
Sentí (medita la pregunta) …plenitud, como el
estar en donde tienes que estar, donde Dios quiere que esté.
¿Cómo se sintió después de la ordenación?
Sentí que mi comunidad estaba donde tenía que
estar.
¿Cuál sería la diferencia entre ser sacerdote y ser monje?
Desde mi perspectiva no hay diferencia, es
decir se es monje y se es monje, lo que pasa es que se puede ser monje y
sacerdote o no, la diferencia la dice San Benito claramente en nuestra regla,
“al servicio del altar”, y también hoy en día con la ordenación presbiteral
viene implícita la paternidad espiritual, tanto de las personas de la
comunidad, como de las personas que necesitan sacramentos, y utilizan al
monje-sacerdote para la vida espiritual. En la práctica si hay más diferencia
el monje ordenado tiene más trabajo, el trabajo de casa, el trabajo manual como
dice nuestra tradición, y el trabajo “pastoral”, el monje es primero monje y
después sacerdote.
¿La tradición puede ser creativa?
No es fácil en la vida religiosa saber que es
nuevo y que es viejo, y saber que es tradición o que es añoranza y a veces un
cierto desconcierto. ¿Cómo descubrir una tradición creativa? El monje es
alguien que va a lo esencial, entonces, cuando uno quiere buscar una tradición,
lo que debe de hacer es ir a la experiencia que provocó esa tradición, es como
tener sed, si tienes sed puedes beber agua embotellada, puedes acercarte un
poco más a la fuente y beber de las dos fuentes, yo soy muy atrevido y pienso
que el monje es el que escarba y descubre el corazón de la fuente, entonces, la
tradición para ser creativa tiene que ir hacia la experiencia que provocó la
tradición y no quedarnos solo con los signos de esta, siempre ir a beber de las
fuentes, precisamente para nosotros beber de la fuente siempre y frecuentemente
esto nos es el encuentro con Jesucristo resucitado, Él sabrá como re-crear la
vida monástica en cada momento de la historia.
Esa experiencia, o esa manera de entenderla es
lo que hace un tanto distinta la vivencia de esta comunidad.
Aunque la tradición benedictina está dentro de la tradición
de la Iglesia, ¿Qué diferencia la una de la otra?
Es la profundidad, el monje benedictino con
esa llamada a lo esencial busca ir mas allá no es que no se pueda comparar en
un mas o menos, sino que un monje benedictino siempre va más allá, no se
conforma, incluso la Iglesia muchas veces ha bebido y sigue bebiendo de la
tradición benedictina, porque es como un agua que surge de un manantial muy
profundo. Entonces ese plus benedictino no creo que sea solamente la belleza o
el orden o la forma de hacer o de entender las cosas, sino es quizás la forma
de vivirlo.
La vida en general a llegado a la casi total secularización
¿Cómo ser monje en esta secularización?
Alguien a dicho que la secularización es una
consecuencia del cristianismo en el sentido de que tras la encarnación de
nuestro Señor, todo lo secular queda de alguna manera sacralizado y parecería
que todo lo sacralizado hasta el momento queda como superado, como que ya no
hay distinción y en parte es verdad, de alguna manera es bueno, porque ayuda a
encontrarse con Dios en la autenticidad. La secularización de alguna forma nos
quita los añadidos a las fe, lleva a la fe desnuda y en este sentido el monje
tiene algo que aportar, tiene que aportar una experiencia de fe con
autenticidad. Y hay que reconocer el argumento contrario a lo que he dicho, en
el monje no hay diferencia entre secular y sagrado, o profano y consagrado,
sino que para el monje todo es todo, quizá los monjes estamos llamados a vivir
una fe autentica y desnuda y profunda por un lado, y por otro lado superar la
secularización con la consagración de todas las realidades.
Las personas siempre esperamos de los demás, ¿el mundo que
puede esperar de los monjes, específicamente de este monasterio que le ofrecen
al mundo?
Ciertamente el mundo siempre espera de
nosotros, aunque nunca termino de descubrir si la humanidad como humanidad
espera, no se si espera buenas noticias, o buenos ejemplos, quizá ha perdido la
capacidad de admiración, por eso no es del todo acertado presentar la vida
monástica como un cumplimiento de expectativas de la humanidad, porque en honor
a la verdad, en gran parte la humanidad no lo espera aparentemente de nosotros,
por otro lado que no se espere demanda (si se me permite hablar así) no significa que en el ser de la vida
monástica no haya una oferta, porque en ella hay siempre una oferta de vida, independientemente
de si la humanidad lo espera o no, lo crea o no, lo quiera o no. Por tanto, se
puede decir qué se espera: si hablamos antropológicamente se esperan personas
maduras con valores humanos, si hablamos en clave Cristiana se esperan hombres
de fe y de oración, en clave monástica se esperan buscadores de Dios, esos
buscadores son lo que nosotros podemos ofrecer, monjes que son indicativo de
que Dios sigue siendo lo más importante, tan importante que justifica las
creencias nuestro Señor Jesucristo, Encarnación, muerte y resurrección y desde esa clave la
experiencia de fe.
Si Dios pudiera dar un mensaje hoy, un mensaje
actualizado del Evangelio para los jóvenes, por medio de su palabra. ¿Cual
sería ese mensaje?
La experiencia central del evangelio: la
experiencia del amor de Dios. Cualquier actualización, forma de hablar de Dios
y del mensaje de amor de Dios y de la doctrina de Cristo, al final y desde el
principio se puede dilucidar el amor.
La humanidad ha necesitado el amor autentico,
para los jóvenes es descubrir que hay amor con mayúscula y amor con cursiva subrayado,
y amor con muchas connotaciones, amor con todo eso es solamente el amor de
Dios. A veces el hombre bebe de muchas fuentes, incluso de las fuentes de los
demás, y solo hay una fuente inagotable donde se puede saciar plenamente, esa
fuente es Dios, esa fuente encarnada y hecho pascua en Jesucristo, cualquier
alternativa pastoral tiene que partir de ahí, porque es que no hay otra
alternativa.
El monje es silencio, es oración ¿el monje es divertido?
El monje si tiene a Dios es el ser más feliz
de este planeta, en esa felicidad y gozo dentro de la vida comunitaria, hay
muchos elementos que le permiten una sana diversión, hay muchos elementos de la
vida monástica, que quizá sorprende por la alegría y el gozo y el compartir que
vienen de Dios. Es una diversión más profunda.
Si tuviera la oportunidad de hablar a miles de jóvenes, ¿Qué
les diría?
Que miren
muy adentro en su corazón antes de mirar a fuera, que en cualquier
momento de la vida intenten ver lo que su corazón desea, no lo que desde fuera
se nos hace desear o pensar, que cultivaran el arte de la mirada profunda, de
la mirada al corazón y a partir de ahí estoy seguro de que podrían ir poco a
poco encaminando su vida, de alguna o de otra manera, si son creyentes desde
Dios y si no lo son, si lo hacen bien de alguna manera llevarán su camino hacia
Dios.
¿Qué espera de la vida monástica?
En este momento, lo que nuestro lema dice:
PAX. Lo único que espero es poder seguir mientras Dios quiera y como Dios
quiera, alabar a Dios, en su presencia y servir a los hermanos, con esa pax de
la que habla San Benito de las escrituras, “busca la paz y corre tras ella” esa
paz que va llenando todos los aspectos de mi vida, y la cual deseo para toda la
Iglesia.
¿Quiere agregar algo más?
Que si alguien quisiera, sintiera la inquietud
de conocer el camino benedictino en cualquiera de los monasterios, que no lo
dude porque sea cual sea el resultado final siempre será positivo.
Comentar esta entrevista se hace dificil tan solo por la sinceridad con que se responde a ella. Además, llevaría leerla un par de veces para dar una opinión con concistencia. Si me pidieran dos adjetivos para ella: sencilla y a la vez profunda. (Quien tenga oidos que oiga) ajajja.
ResponderEliminarLa fe sin glosa, desnuda... la vocación a la intemperie y acompañado de procesos diversos, de tiempos distintos y en comunidad de vida... la alegría transmitida y el sentir a Dios... es mi experiencia con alumnos que han visitado ese monasterio a lo largo de tantos años y que sirven de muleta a mi propia fe y de comienzo de caminos para todos aquellos que empiezan a caminar
EliminarLa fe sin glosa, desnuda... la vocación a la intemperie y acompañado de procesos diversos, de tiempos distintos y en comunidad de vida... la alegría transmitida y el sentir a Dios... es mi experiencia con alumnos que han visitado ese monasterio a lo largo de tantos años y que sirven de muleta a mi propia fe y de comienzo de caminos para todos aquellos que empiezan a caminar
EliminarLa fe sin glosa, desnuda... la vocación a la intemperie y acompañado de procesos diversos, de tiempos distintos y en comunidad de vida... la alegría transmitida y el sentir a Dios... es mi experiencia con alumnos que han visitado ese monasterio a lo largo de tantos años y que sirven de muleta a mi propia fe y de comienzo de caminos para todos aquellos que empiezan a caminar
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