martes, 19 de agosto de 2014

Visita a la Abadía Cisterciense de San Ildefonso en Teror

Con motivo de las I Vísperas de la festividad de San Bernardo, toda la comunidad ha ido a rezar el Oficio de Vísperas con las monjas cistercienses de la Abadía de San Ildenfonso en Teror. Acabadas las I Vísperas hemos compartido la tarde con ellos. Aquí algunas fotografías.


La Iglesia de Canarias puede tener el santo orgullo de tener dos comunidades que beben del tronco de San Benito: monjes benedictinos y monjas cistercienses. Dos faros de vida monástica, de búsqueda de Dios, de práctica litúrgica, de adoración e intercesión por la Iglesia diocesana y la Iglesia Universal

 Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos   (Salmo 123) 



Entrevista al Padre Josep-Enric Parellada



Padre  Josep-Enric Parellada, osb. 
Monje de Montserrat
Prefecto de estudios de la Provincia Hispánica de la Congregación Sublacense Casinense

     ¿Quien es un monje?

     Aun cuando la palabra monje proviene del griego “monachos” que significa solitario o uno, el monje es y debería ser ante todo, un hombre de Dios. Esta afirmación está en relación directa con el contenido o el significado de la vocación monástica que no es otra que la búsqueda de Dios con exclusividad. En este sentido, si la vocación monástica es una búsqueda, el monje se va haciendo, se va configurando con el objetivo de su búsqueda, ya que el monje descubre que es Dios quien le busca a él. Por tanto la vida monástica, que es la vida de los monjes, es una vida según el corazón de Dios. Evidentemente este ser de Dios y para Dios significa vivir de una forma concreta, que los monjes benedictinos vivimos según la Regla que escribió N. P. San Benito y que podríamos resumir que se trata de una vida en la que monje no tiene nada, sólo tiene a Dios, pero este nada tiene sabor de plenitud.


     ¿Cuál es el carisma del monje?

     Los carismas son los dones que el Espíritu Santo concede para el bien de la Iglesia y la salvación del mundo.

      Hablar del carisma del monje no es fácil porque pensamos en los carismas específicos con que el Espíritu ha enriquecido a la Iglesia desde sus mismos orígenes. Si nos fijamos en esto nos damos cuenta que el monje no tiene un “carisma específico” como podría ser el apostolado, la atención a los pobres y enfermos, la formación de la juventud, sino que el monje es un hombre que sirve no “para” sino que sirve “a” Dios. Su gran tarea es buscar a Dios practicando la obediencia, la caridad, los consejos evangélicos y la imitación de Jesucristo, en una comunidad, bajo una regla y un abad. Este es el carisma de la vida monástica. Un carisma que comporta vaciarse, tanto a nivel personal como comunitario, para que sea sólo Dios quien ocupe todos los espacios de la vida del monje y de la vida de las comunidades. Haciéndolo así el monje y las comunidades se convierten en receptáculos de todo lo que es de Dios y de todo lo que es humano, ya que el monje tiene siempre la mano tendida, como signo de la mano grande y amorosa de Dios al mundo entero.


     ¿Qué valores aporta la vida monástica a la Iglesia y a la sociedad?

     Más que valores la vida monástica es para la Iglesia y la sociedad presencia y recuerdo. Los monasterios y en concreto las comunidades monásticas son espacios dedicados de manera especial a Dios, por tanto, la vida monástica es presencia del Dios vivo en espacios en medio del mundo. También recuerdo del absoluto de Dios. En todos los tiempos de la historia, no sólo en los tiempos actuales, la vida monástica es recuerdo del absoluto de Dios para la humanidad. La concreción de esta presencia y de este recuerdo se concreta los valores cristianos que fundan la vida del creyente y que se concretan en: la búsqueda de Dios, la configuración con el misterio de Cristo y la solidaridad y el servicio al prójimo o al hermano. En estos tres valores encontramos recogidas las entrañas de la vida monástica. Entrañas que no son nada más ni nada menos que la misma vida cristiana que los ha convertido en criterios referenciales.



     ¿Qué características ha de tener una comunidad para ser considerada monástica?

    Al hablar de características fácilmente podríamos pensar en las estructuras externas o el ritmo que lleva a cabo una comunidad monástica. Pero las características que configuran una comunidad monástica son: la oración (personal y el comunitaria) la lectio, el trabajo y / o el estudio y la vida fraterna.

     Los monjes vivimos en comunidades para ser felices, es decir, para vivir según el Evangelio que siempre es buena noticia. En la comunidad los monjes desarrollan sus dones, los naturales y los que va adquiriendo siempre en bien de los hermanos.

    Una comunidad monástica no es o no debería ser una realidad cerrada o hermética. No es un lugar para vivir centrados en nosotros mismos. Un monasterio quiere ser como el “corazón abierto de Dios” donde todas las personas de bien puedan encontrar su casa. Por eso no es extraño que San Benito establezca como nota distintiva y característica de las comunidades monásticas la acogida de los peregrinos y pobres para que sean acogidos como si de Cristo mismo se tratara.



     Compartir su labor como Visitador y como Prefecto de estudios ¿Qué valores presenta la vida monástica española?

     Fundamentalmente mi servicio en la Provincia Hispánica de la Congregación Sublacense Casinense es el de Prefecto de estudios que tiene como objetivo la ayuda fraterna en la comunión para que todas las comunidades aseguren una formación básica en los inicios de la vida monástica y también teológica en las etapas siguientes. Insisto en que se trata de un servicio en la comunión y en la fraternidad ya que es un derecho y un deber de cada comunidad asegurar la formación de sus candidatos o de sus miembros. La realidad, no obstante, nos hace ver que la mutua colaboración no sólo es un signo de comunión entre las comunidades de la provincia sino que tiene su vertiente práctica en la programación de cursos provinciales en los que además de asegurar una formación permite un encuentro y un mejor conocimiento entre los formados y con las comunidades que acogen los distintos cursos. Por otra parte, en alguna ocasión, el P. Abad Visitador puede pedir colaboración a cualquier monje para pasar una visita canónica.

     La vida monástica en España ofrece los valores de los que hablaba anteriormente. Nuestras comunidades son espacios de presencia y recuerdo de Dios para tantas personas sedientas de absoluto.



     Teniendo las mismas raíces, ¿por qué es tan plural la Orden Benedictina?

     La pluralidad de la Orden Benedictina nace de la misma Regla. Personalmente, siempre me ha admirado, que san Benito al escribir la Regla se fija en lo que es esencial (el maestro tiene que verificar únicamente si el candidato busca a Dios verdaderamente) dejando a un lado lo que es secundario como puede ser el vestir, el comer, el trabajo, los horarios. Todo ello es susceptible de cambios. Y todavía, San Benito establece una escuela del servicio divino para cenobios enraizados, es decir, con raíces donde se encuentren. Este sería el origen remoto de la pluralidad en la Orden. Desde el punto de vista espiritual podemos afirmar sin lugar a dudas que la vida monástica no es patrimonio exclusivo de nadie, por ello el Espíritu puede suscitar en el seno del monacato expresiones distintas que se corresponden con carismas para ser lo que son los monasterios: espacios de presencia y recuerdo de Dios y por parte de los monjes ser hombres de Dios. La pluralidad al contrario de ser un lastre nos ayuda centrarnos en lo verdaderamente esencial. Por ello la comunión en la diversidad es la mayor riqueza de la Orden.



     ¿Qué características definen a la Congregación Sublacense – Casinense?

     Por tradición, la Congregación Sublacense Casinense reviste un carácter supranacional, siendo esta una de las características que la distinguen de otras congregaciones benedictinas. En la congregación viven y se sienten hermanos comunidades con orígenes, nacionalidades y observancia regular diversas. Nuestra congregación es una expresión visible de la pluralidad de la Orden benedictina. Los monjes y las comunidades femeninas asociadas a la congregación, observamos ante Dios y ante la Iglesia lo que está prescrito en la Regla y en las Constituciones de la Congregación, sabiendo que cada una de las provincia que la integran tienen a su vez algunos matices propios dependiendo del lugar o de las circunstancias de las provincia.



     Como Rector que ha sido del Santuario de Montserrat ¿qué es lo que atrae a la gente para ir a un santuario mariano? ¿Qué factores hacen tan atrayente los monasterios a las personas religiosas y no religiosas?

     El hombre es un ser de deseo que anhela la plenitud en todos los sentidos ya que está inscrito en el corazón humano el anhelo de absoluto y de trascendencia, tanto si es consciente de ello como si no. Por esto no es extraño que los lugares sagrados ejerzan una atracción para todas las personas, aunque no coincidan las expresiones o motivos de la búsqueda de esta plenitud. En cuanto a los santuarios, y tal y como decía el beato y pronto santo Juan Pablo II, son antenas de la Buena nueva del Evangelio y también decía, son los atajos a través de los cuales Dios se encuentra con los hombres. En los santuarios marianos la presencia de Maria, que es icono de la misericordia de Dios, son un lugar privilegiado para este encuentro.


     ¿Qué papel juega el estudio en la vida monástica?

     Los estudios no pueden ser como una camisa que hoy me pongo y que mañana me cambio, es decir, los primeros años de vida en el monasterio “son tiempos fuertes” de preparación a todos los sentidos y que tiene como objetivo el desarrollo integral de cada persona para integrarse en la vida de comunidad y vivir como monje. Es importante en esta primera etapa que tiene que continuar toda la vida (san Benito nos recuerda en el capítulo 73 de la Regla que somos siempre unos principiantes) “monasticizar” o “benedictificar” no sólo las actitudes externas sino el propio corazón. En un segundo momento sería descabellado pensar que con la etapa inicial se ha finalizado ya la formación. El monje, a medida que avanza por el camino de la vida monástica se da cuenta, cada vez más, que tiene que dar razón de lo que cree y de lo que vive. De ahí la necesidad de continuar la formación hasta el final de sus días. Es común y general que la segunda etapa sea la de la formación bíblica, filosófica y teológica según los planes de formación de la Iglesia, tanto para los candidatos a las órdenes sagradas como para todo consagrado.



     ¿Qué cuesta más esfuerzo: la obediencia, la conversión de costumbres, la estabilidad?

     Aún cuando la pregunta es correcta en su formulación pienso que sería desequilibrada la respuesta si acentuara la dificultad en alguno de los consejos evangélicos que vive y profesa el monje. Obediencia, conversión de costumbres y estabilidad tienen que crecer y madurar a la par. No creo que uno sea más difícil que el otro. Vivir con dificultad alguno de estos afecta necesariamente al conjunto. No puede haber un monje obediente que tenga dificultades en la conversión costumbres o en la estabilidad o viceversa. Cierto es que en las distintas etapas de la vida y en el crecimiento espiritual hay momentos en que hay que acentuar o profundizar en alguno de estos elementos pero siempre contemplados en su conjunto. El monachos es el hombre de la unidad.



     Perfil del joven que llega a los monasterios queriendo ser monje

     Es difícil hacer una generalización sobre el perfil de los jóvenes o adultos que llaman a las puertas de los monasterios. Estoy convencido que cada persona tiene unas motivaciones propias y específicas que dependen no sólo del medio donde ha crecido y se ha formado sino también de sus condiciones personales y espirituales. Si tuviera que decir algo más diría que el perfil del joven que llama a las puertas de un monasterio debería ser el perfil de los jóvenes o de los adultos de su generación, en este caso, de nuestro tiempo. Las “singularidades” del tipo que sean no son buenas ni en el presente ni en el futuro de estas personas como monjes.



     ¿Qué consejo daría a quien se está planteando la vida monástica?

     Dar consejos no es algo que me guste mucho. Simplemente sugeriría que ante cualquier opción que un joven quiera llevar a cabo que la haga con honestidad para consigo mismo y para con Dios y sobre todo que se deje acompañar y guiar por algún maestro o padre espiritual que le ayude a discernir. El acompañamiento es otro de los ejes que conforman la vida monástica de todos los tiempos, incluso de la no cristiana.



     ¿Vale la vida ser monje?

¡Ciertamente, sin lugar a dudas! Personalmente si tuviera que volver a nacer sería, por la gracia de Dios, monje de nuevo.


lunes, 11 de agosto de 2014

Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles.

A la alegría del día del Señor se ha sumado la alegría por haber terminado la primera fase de las obras de la hospedería. Toda la comunidad ha vuelto a constatar la veracidad de las palabras del salmista, puesto que todos y cada uno hemos escuchado con renovada actualidad el fruto de nuestro esfuerzo en la reforma de la hospedería: Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles (Salmo 126) El acto central de este momento estuvo en la bendición del icono del Señor que preside la sala de la planta alta. Aquí les mostramos algunas fotografías.