lunes, 13 de febrero de 2012

Entrevista a Nuestro Padre Prior.

El gran árbol que es la Orden de San Benito no se agota en la comunidades monásticas benedictinas sino que este árbol extiende sus ramas, acoge y da sombra a todas aquellas personas que se sienten atraídas por la exhortación de un padre entrañable (Prólogo, 1) y un deber nuestro como monasterio es favorecer la participación de los fieles en la Oración de las Horas y permitir la soledad necesaria para una oración personal más intensa (Catecismo de la Iglesia Católica, 2691). Así, pues, queremos hacer partícipes de este acontecimiento del Espíritu Santo a todos los que nos visitan mostrándoles a través de algunas entrevistas lo que Dios hace con, por y en nosotros.

La primera enrtrevista que les mostramos es de Nuestro Padre Prior:






¿Quién es Fr. José María?

Es ante todo una persona y un cristiano, que intenta ser fiel al Señor, serle fiel en la fe, la que un día recibí en el bautismo, que se me ha otorgado como don a lo largo de la vida, pero Fray José María es esa persona y ese cristiano que cada vez intenta responder a la llamada particular de la vida monástica, una vida ubicada en este monasterio de la Santísima Trinidad, fundado por nuestro querido y recordado padre Santiago, un intento de vivir una vida monástica en su espíritu, como dice san Benito con lo nuevo y con lo viejo, con la tradición de los padres y a la vez con la novedad de la Iglesia del vaticano II;  yo resumiría que es un intento de ser monje, que algunas veces por pura gracia se puede conseguir y otras veces se vive desde la humildad y la sencillez.

¿Cómo una persona puede saber que está llamada por Dios?, ¿cómo sabe usted que está llamado a la vida monástica?

El misterio de la vocación nunca se desvelará del todo. En lo personal yo acepto la llamada como un misterio de relación, un misterio de sentido, es decir, es una inclinación de todo mi ser a estar con el Señor, relacionarme con él desde la fe ciertamente, desde la entrega y desde el amor, y también una inclinación a encontrar en Él y también en este estilo de vida, una experiencia  profunda de sentido casi existencial, casi existencial (repite). Después de un recorrido ya un poquito largo en el tiempo, me atrevería a decir que hoy por hoy, siento y digo que nací para ser monje y que quiero vivir para serlo.

¿Por qué monje?

En una ocasión en una conversación parecida le dije a un novicio que fuera a un estanque (ubicado en el jardín del monasterio) y pregúntale a los peces ¿Por qué son peces?, él, obediente fue y le preguntó a los peces, y regresó todo desconcertado porque los peces no le habían contestado. Cuando uno vive la vocación en clave de relación y en clave de servir, en ese sentido se entiende que es así, pues porque Dios lo ha querido, es como preguntarle a las estrellas por que brillan, o a una bonita flor porque se abre o una gota de agua porque es gota y se deshiela… uno es llamado a la vida monástica porque Dios así lo ha pensado, lo ha querido y es así.

¿Por qué monje benedictino?

Ciertamente en mi recorrido vocacional he de reconocer que el Señor me bendijo conociendo distintos carismas, de hecho muy jovencito quise ser dominico. Me cuestioné algunas otras congregaciones, y es verdad que nunca me llamó la atención el clero secular, si en algún momento de niño dije “quiero ser cura” era porque era la única alternativa que conocía. En la medida que fui conociendo la vida religiosa, me fui enamorando mas y mas de ella, me atraía mucho el vivir en comunidad y el sentir que podía contar con los hermanos y tener una causa en común, así conocí distintos carismas. No me fue fácil elegir entre la vida contemplativa y la llamada vida activa, porque de alguna manera, la vida monástica no es muy conocida… al principio me atraía porque era una de las órdenes mas antiguas, pero a medida que fui conociendo esta comunidad, la realidad de este monasterio, la formación y la propia vida monástica, descubro que es una vida eclesial, cristológica y es justo las notas que marcan mi espiritualidad. En la vida benedictina me siento como pez en el agua y en la vida no he tenido que forzar, sino esforzarme y sigo esforzándome en convertir y dejar parte del hombre viejo, pero es una forma de entender la fe, de entender la vida con la que me identifico plenamente, e incluso cuando algo no me cuadra, he de reconocer la tradición benedictino, sino es quizá mi propia respuesta que no termina de ser tomada a lo que la regla y la tradición pide.

¿Que es lo que mas le agrada y le desagrada de la vida cenobítica?

Lo que mas me agrada visto desde la clave de san Benito es que te va llevando a lo esencial. A medida que va pasando el tiempo vas participando en esta escuela del servicio divino te vas quedando con lo que realmente cuenta del Señor, de la iglesia y de los demás, esa experiencia de ir dejando lo secundario aparte, de irte quedando con lo que realmente importa; que en definitiva es como dice el evangelio la parte mejor y el ciento por uno.

Me desagrada el hecho de que una comunidad no es nunca un ente acabado, es como un árbol al que constantemente le están saliendo ramas nuevas, por lo tanto, si bien es verdad, que a medida que pasa el tiempo unos hermanos alcanzamos madurez y nos vamos de alguna forma haciendo los unos a los otros, también es cierto que el hecho de la incorporación constante de nuevos miembros hace que a veces la vida en lo esencial pueda quedar desdibujada por cuestiones que a los mejor uno en lo personal ha dejado atrás, pero que tiene que estar volviendo constantemente a ella, porque hermanos que empiezan y necesitan volver sobre esos temas, temas de madurez, organización, observancia. Los hermanos en una comunidad monástica no son proyectos terminados sino que se van haciendo, eso hace que actitudes que uno a dejado atrás vuelvan a surgir y puedan de alguna forma desagradaR. También es verdad que no hemos tenido un ambiente absolutamente perfecto, ni absolutamente perfecto sino que hay que  buscar a Dios buscando ese ambiente propicio.

¿Cómo ha sido su proceso, sus etapas en el monasterio, desde su ingreso a su priorato de hoy?

De alguna forma hasta el momento de mi entrada mi proceso espiritual y vocacional fue común, estamos hablando de vida cristiana comprometida, con un acompañamiento espiritual muy fuerte, muy recio, muy auténtico y a la vez muy bien llevado. Dios puso en mi camino un gran sacerdote, y luego otro sacerdote no del mismo nivel pero que de alguna manera o de otra, también complementaba, me ayudó enormemente en mi discernimiento.  Hubo una etapa de descubrir al Señor, etapa de la niñez, de la juventud, después descubrí al Señor en la vida monástica y esperé el año reglamentario, donde como no podía venir al monasterio, yo solo vine en dos ocasiones antes de entrar en el monasterio, la comunicación entre islas era mas difícil que ahora. Después de ese año ingresé y viví mi postulantado, mi noviciado conforme la comunidad de entonces lo tenía estructurado, y a partir de ahí las etapas las he vivido no solo en lo personal sino al ritmo de las etapas de la comunidad. Después aparte de la formación inicial aquí, hice tres años largos en la abadía de Silos, en una especie de noviciado y juniorado, en la práctica, y a la vuelta empezamos con una nueva etapa, era como estar ya un tanto solos, quizá con una sensación de desamparo, después de haber estado en una comunidad tan madura, tan hecha y tan organizada, vernos otra vez en nuestra realidad, con cinco que entonces estábamos, de los cuales al final solo perseveramos tres, el padre Santiago que está con el Señor, Fr. Juan y un servidor. Una etapa bonita en cierta medida pero muy dura, después una etapa de estabilidad tras la teología y la ordenación, como presbítero, estabilidad comunitaria, porque de alguna manera nos encausábamos de mano del Señor hacia un futuro,  que ahora ya es realidad.

¿Cuál ha sido su mejor experiencia en este monasterio?

Serían varias. Así de pronto viene a mi mente, mis hermanos, la última vigilia pascual, el brillo de los rostros de mis hermanos en la Pascua, ha sido una de las más bonitas en los últimos tiempos.

También el haber atendido al P. Santiago los últimos años, y vivir de una manera muy muy cercana su muerte, su partida hacia el Señor.

De la misma manera el ambiente comunitario el día de mi ordenación, lo recuerdo con mucho gozo, pues de alguna manera no se ungían mis manos  sino que el Señor ungía esta comunidad, y el futuro. Así podría nombrar mil y un pequeños detalles que tiene el día a día. Que se eleva este espíritu dando gracias a Dios por que Él está ahí todavía.



¿Cuál fue su impresión cuando le nombran prior del monasterio?

El Señor sabe que hay cosas que uno no quiere hacer, por eso te las va como anunciando poco a poco. Cambiando lo que haya que cambiar y con perdón por la comparación, me viene a la mente la pascua de nuestro Señor, cuando Él no la quiere asumir y sabe que tiene que hacerlo y que sea realmente vivir esta experiencia, pues mi servicio a la comunidad como prior era como la coronita de una mención ya anunciada. No fue una sorpresa, pues en la comunidad yo les servía como sub-prior hacía ya como cinco o seis años , yo de alguna manera estaba ya sirviendo desde distintos aspectos desde hacía ya casi cinco años, casi fue que asumir eL papel, porque el P. Santiago ya no podía, era algo que tenía que asumir y que siempre lo viví con paz, y en la comunidad no tomó el tono de sorpresa, ya se esperaba venir.



¿En esta situación de priorato, cuál sería la diferencia a una abadía entre un Abad y un prior?

Un Abad a los ojos de la Iglesia tiene un peso jurídico muy importante, es un superior mayor, eso no lo tiene un prior. La diferencia sería que un Abad es vitalicio y la Iglesia le reconoce su autoridad, pero en el caso de un prior se entiende que tiene autoridad moral, pero también hay una dependencia más concreta, de la abadía o del abad del monasterio, y tiene una autoridad mas bien moral y espiritual, no tanto jurídica.

¿Cuándo descubre Fr. José María el monje, que puede ser también sacerdote? O si ya lo sabía

Eso nunca se sabe, en mi caso fue más que un descubrimiento personal, un descubrimiento comunitario, en mi discernimiento en más de una ocasión llegué a poner delante del Señor la posibilidad de alcanzar el sacerdocio y a la vez el Señor ponía delante de mí la posibilidad de serlo, por medio de la proposición de los hermanos.

¿Cómo lo descubrí? Pues junto con esta experiencia de la vida monástica donde entiendes que el presbiterado es un complemento, una ocasión más para vivir mejor la vocación monástica, lo descubrí en la voz, en el querer y el parecer y el deseo de la comunidad.

¿Cómo se sintió después de la profesión monástica?

Sentí (medita la pregunta) …plenitud, como el estar en donde tienes que estar, donde Dios quiere que esté.

¿Cómo se sintió después de la ordenación?

Sentí que mi comunidad estaba donde tenía que estar.

¿Cuál sería la diferencia entre ser sacerdote y ser monje?

Desde mi perspectiva no hay diferencia, es decir se es monje y se es monje, lo que pasa es que se puede ser monje y sacerdote o no, la diferencia la dice San Benito claramente en nuestra regla, “al servicio del altar”, y también hoy en día con la ordenación presbiteral viene implícita la paternidad espiritual, tanto de las personas de la comunidad, como de las personas que necesitan sacramentos, y utilizan al monje-sacerdote para la vida espiritual. En la práctica si hay más diferencia el monje ordenado tiene más trabajo, el trabajo de casa, el trabajo manual como dice nuestra tradición, y el trabajo “pastoral”, el monje es primero monje y después sacerdote.

¿La tradición puede ser creativa?

No es fácil en la vida religiosa saber que es nuevo y que es viejo, y saber que es tradición o que es añoranza y a veces un cierto desconcierto. ¿Cómo descubrir una tradición creativa? El monje es alguien que va a lo esencial, entonces, cuando uno quiere buscar una tradición, lo que debe de hacer es ir a la experiencia que provocó esa tradición, es como tener sed, si tienes sed puedes beber agua embotellada, puedes acercarte un poco más a la fuente y beber de las dos fuentes, yo soy muy atrevido y pienso que el monje es el que escarba y descubre el corazón de la fuente, entonces, la tradición para ser creativa tiene que ir hacia la experiencia que provocó la tradición y no quedarnos solo con los signos de esta, siempre ir a beber de las fuentes, precisamente para nosotros beber de la fuente siempre y frecuentemente esto nos es el encuentro con Jesucristo resucitado, Él sabrá como re-crear la vida monástica en cada momento de la historia.

Esa experiencia, o esa manera de entenderla es lo que hace un tanto distinta la vivencia de esta comunidad.

Aunque la tradición benedictina está dentro de la tradición de la Iglesia, ¿Qué diferencia la una de la otra?

Es la profundidad, el monje benedictino con esa llamada a lo esencial busca ir mas allá no es que no se pueda comparar en un mas o menos, sino que un monje benedictino siempre va más allá, no se conforma, incluso la Iglesia muchas veces ha bebido y sigue bebiendo de la tradición benedictina, porque es como un agua que surge de un manantial muy profundo. Entonces ese plus benedictino no creo que sea solamente la belleza o el orden o la forma de hacer o de entender las cosas, sino es quizás la forma de vivirlo.

La vida en general a llegado a la casi total secularización ¿Cómo ser monje en esta secularización?

Alguien a dicho que la secularización es una consecuencia del cristianismo en el sentido de que tras la encarnación de nuestro Señor, todo lo secular queda de alguna manera sacralizado y parecería que todo lo sacralizado hasta el momento queda como superado, como que ya no hay distinción y en parte es verdad, de alguna manera es bueno, porque ayuda a encontrarse con Dios en la autenticidad. La secularización de alguna forma nos quita los añadidos a las fe, lleva a la fe desnuda y en este sentido el monje tiene algo que aportar, tiene que aportar una experiencia de fe con autenticidad. Y hay que reconocer el argumento contrario a lo que he dicho, en el monje no hay diferencia entre secular y sagrado, o profano y consagrado, sino que para el monje todo es todo, quizá los monjes estamos llamados a vivir una fe autentica y desnuda y profunda por un lado, y por otro lado superar la secularización con la consagración de todas las realidades.

Las personas siempre esperamos de los demás, ¿el mundo que puede esperar de los monjes, específicamente de este monasterio que le ofrecen al mundo?

Ciertamente el mundo siempre espera de nosotros, aunque nunca termino de descubrir si la humanidad como humanidad espera, no se si espera buenas noticias, o buenos ejemplos, quizá ha perdido la capacidad de admiración, por eso no es del todo acertado presentar la vida monástica como un cumplimiento de expectativas de la humanidad, porque en honor a la verdad, en gran parte la humanidad no lo espera aparentemente de nosotros, por otro lado que no se espere demanda (si se me permite hablar así)  no significa que en el ser de la vida monástica no haya una oferta, porque en ella hay siempre una oferta de vida, independientemente de si la humanidad lo espera o no, lo crea o no, lo quiera o no. Por tanto, se puede decir qué se espera: si hablamos antropológicamente se esperan personas maduras con valores humanos, si hablamos en clave Cristiana se esperan hombres de fe y de oración, en clave monástica se esperan buscadores de Dios, esos buscadores son lo que nosotros podemos ofrecer, monjes que son indicativo de que Dios sigue siendo lo más importante, tan importante que justifica las creencias  nuestro  Señor Jesucristo, Encarnación,  muerte y resurrección y desde esa clave la experiencia de fe.

Si Dios pudiera dar un mensaje hoy, un mensaje actualizado del Evangelio para los jóvenes, por medio de su palabra. ¿Cual sería ese mensaje?

La experiencia central del evangelio: la experiencia del amor de Dios. Cualquier actualización, forma de hablar de Dios y del mensaje de amor de Dios y de la doctrina de Cristo, al final y desde el principio se puede dilucidar el amor.

La humanidad ha necesitado el amor autentico, para los jóvenes es descubrir que hay amor con mayúscula y amor con cursiva subrayado, y amor con muchas connotaciones, amor con todo eso es solamente el amor de Dios. A veces el hombre bebe de muchas fuentes, incluso de las fuentes de los demás, y solo hay una fuente inagotable donde se puede saciar plenamente, esa fuente es Dios, esa fuente encarnada y hecho pascua en Jesucristo, cualquier alternativa pastoral tiene que partir de ahí, porque es que no hay otra alternativa.

El monje es silencio, es oración ¿el monje es divertido?

El monje si tiene a Dios es el ser más feliz de este planeta, en esa felicidad y gozo dentro de la vida comunitaria, hay muchos elementos que le permiten una sana diversión, hay muchos elementos de la vida monástica, que quizá sorprende por la alegría y el gozo y el compartir que vienen de Dios. Es una diversión más profunda.

Si tuviera la oportunidad de hablar a miles de jóvenes, ¿Qué les diría?

Que miren  muy adentro en su corazón antes de mirar a fuera, que en cualquier momento de la vida intenten ver lo que su corazón desea, no lo que desde fuera se nos hace desear o pensar, que cultivaran el arte de la mirada profunda, de la mirada al corazón y a partir de ahí estoy seguro de que podrían ir poco a poco encaminando su vida, de alguna o de otra manera, si son creyentes desde Dios y si no lo son, si lo hacen bien de alguna manera llevarán su camino hacia Dios.

¿Qué espera de la vida monástica?

En este momento, lo que nuestro lema dice: PAX. Lo único que espero es poder seguir mientras Dios quiera y como Dios quiera, alabar a Dios, en su presencia y servir a los hermanos, con esa pax de la que habla San Benito de las escrituras, “busca la paz y corre tras ella” esa paz que va llenando todos los aspectos de mi vida, y la cual deseo para toda la Iglesia.

¿Quiere agregar algo más?

Que si alguien quisiera, sintiera la inquietud de conocer el camino benedictino en cualquiera de los monasterios, que no lo dude porque sea cual sea el resultado final siempre será positivo.



 




4 comentarios:

  1. Comentar esta entrevista se hace dificil tan solo por la sinceridad con que se responde a ella. Además, llevaría leerla un par de veces para dar una opinión con concistencia. Si me pidieran dos adjetivos para ella: sencilla y a la vez profunda. (Quien tenga oidos que oiga) ajajja.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La fe sin glosa, desnuda... la vocación a la intemperie y acompañado de procesos diversos, de tiempos distintos y en comunidad de vida... la alegría transmitida y el sentir a Dios... es mi experiencia con alumnos que han visitado ese monasterio a lo largo de tantos años y que sirven de muleta a mi propia fe y de comienzo de caminos para todos aquellos que empiezan a caminar

      Eliminar
    2. La fe sin glosa, desnuda... la vocación a la intemperie y acompañado de procesos diversos, de tiempos distintos y en comunidad de vida... la alegría transmitida y el sentir a Dios... es mi experiencia con alumnos que han visitado ese monasterio a lo largo de tantos años y que sirven de muleta a mi propia fe y de comienzo de caminos para todos aquellos que empiezan a caminar

      Eliminar
    3. La fe sin glosa, desnuda... la vocación a la intemperie y acompañado de procesos diversos, de tiempos distintos y en comunidad de vida... la alegría transmitida y el sentir a Dios... es mi experiencia con alumnos que han visitado ese monasterio a lo largo de tantos años y que sirven de muleta a mi propia fe y de comienzo de caminos para todos aquellos que empiezan a caminar

      Eliminar